Por: Yania Salazar
El amor es el fósforo, el sexo es el fuego.
Odio aquel amor simulado en donde la persona adopta una personalidad distinta frente a su pareja; el amor debe ser cristalino, sincero, pleno pero nunca debe exigir que esa persona realice un trasteo de emociones, conceptos y opiniones.
La cuestión ficticia que se sucede cuando se encuentran anhelos (mujer) con ansias (hombre) crean un accidente denominado obsesión. Aunque el prototipo escencial predominante es que el amor es solo una excusa para tener autorización sobre el otro y por lo menos contar con el debido permiso para no solo besar, abrazar, llegar a una intimidad, sino que adquirir hábitos dentro del sistema social.
Un elemento característico del amor es que es imitado, piense usted en la escena de cine que quiso emular con su pareja, ó el reflejo característico que quedó desde su niñez que quiere ahora vivir con su pareja, la sintonía que logra con su par le permite una identificación, por ello la costumbre de portar anillos, manillas y elementos que identifiquen al par, y necesitamos de esos elementos porque el amor en sí no lo podemos mostrar.
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