La solución al hastío producido por mi pareja fue adquirir un somnífero, y como auto medicarse es la solución por sugerencia de un farmaceútico compré dos clases de tabletas que prometían procurar un descanso placentero. Pero sin calcularlo siquiera unos meses después seguía consumiendo en forma mecánica los somníferos, la situación con mi pareja se había resuelto y pese a que procuraba estar despierta para cuando él llegará de su trabajo sucumbía yo al sueño y no había poder que me despertará. Ya usaba el rincón arriba del espejo para ocultar las tabletas, ya el estuche de las gafas, y sucedió que un día de esos mi ritmo cardíaco se suavizo al máximo y rebotó en pulsaciones entre rápidas y lentas, mi esposo me encontró en la mitad de la sala dormida pero lo peor era que no despertaba con nada. Cuando abrí los ojos ví al venerable Médico de la familia revisando mis pupilas reactivas con su linterna y la mitad de mi familia con el rostro de preocupación. Sobra decir que me detuvé a tiempo y escapé de las garras de una adicción que tarde o temprano me pudieron haber costado la vida.
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