Nunca me atreveré a decir que soy esclava, pero sospecho que en un momento de la vida una se detiene a preguntarse qué ha hecho con su vida, lo parádojico es que cualquiera sea la respuesta se termina por resignarse a creer en la vida perfecta, en la incapacidad de ir más allá, y en lo corta y confusa que resulta la vida: es hora de hacer el testamento. Es estimulante también pensar que tu propia vida fue sacrificio por labrar una vida que escapa de la soledad, del hatío del tiempo y de la cruel rutina, hoy poder decir que se conformó una familia, se labró un hogar y se vivieron unas situaciones que aportaron en el crecimiento como personas. La versión contraria es la que acusa a la mujer de anhelar mucho y logra poco, es así como el "nido" por decir la casa solo tiene importancia en cuanto tiene una cama, una cocina y una "tonta" que se esmera en mantener el orden y a todas las luces que le señalan con el sofisma de orgullo decir solo "es que así me tocó" y no hay peor excusa para la vida que hallarse sin modo de escoger lo que en verdad quisimos desde siempre: libertad.
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