Nos da vergüenza hablar de lo que nos crea, y no, no es el amor, es el sexo.
Como decir no, no es el alimento es la digestión.
Y cuando miro el tabú con rostro de falda larga, oculta en una burka, en un chaquetón, en una cárcel de complejos entonces si río en serio.
Es como tener vergüenza por existir.
Los niños hablan de cosas secretas, se refieren a sus gónadas íntimas como sus lugares prohibidos, ¡que tal!, y no maduran sino hasta cuando lanzan el último suspiro, cuando saben que ellos solo fueron utilizados por la naturaleza para crear copias inexactas ya que ellos mismos no pudieron con tanta mediocridad, y solo aceptamos que nazca la esperanza como una nueva forma de tener una verdad fresca. Es necesario aceptar que el sexo hecho ilegal entre las masas perpetrara una nueva complicidad con lo clandestino y por tanto con lo prohibido. Es importante derrumbar mitos, creencias y presencias que postulan al amor como camino para llegar al sexo, es preciso desmitificar la conducta instintiva como medio para postergar esta raza en el tiempo.
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