Por Carlos Alvárez
Estamos en el juego de las posibilidades, de las hormonas de las pasiones y del delirio de lo que aparece ante nuestros sentidos como un espejismo: la belleza. Sería aburrido el amor lógico, cuadrículado, condicional, geométrico, la naturaleza misma es sabia en materia de soportar sus medios, la existencia, la vida se abre paso a cada momento, si los humanos pertenecemos al ejemplar reino animal, tampoco es raro que se desencadenen procesos de seducción que conlleven a la reproducción de la especie y su conservación, la cuestión estriva en que tanta conscienca tenemos en el acto en sí, si por lo menos nos detenemos a proyectar nuestras acciones, y si presupuestamos las secuelas que traéra un nuevo ser al mundo. Sinceramente se dice que la lógica es la dotación humana que lo diferencia de los animales pero esta lógica escapa en cuando entra el instinto como atenuante.
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