Por Carlos Alvárez
En la tarde de mi primer día en la calle me procuré un sitio concurrido para pedir dinero, pero un sonido espanto a la gente se trataba de mi teléfono móvil que por costumbre había olvidado apagar; al contestar de seguro la gente se alarmó un poco al ver que entre tanto harapo existía un engaño, la llamada era de mis amigos comprobando si estaba cumpliendo mi parte. Pensé en que era fácil empeñar el teléfono o la misma correa que sostenía mis pantalones ó la cadenita de plata que se arrimaba en mi cuello, pero asi no valía la prueba. En la tarde recogí menos que en la mañana y solo alcanzó para la gaseosa, llegaba la noche y era indispensabe ubicar un lugar en dónde pasar la noche.
Conclusión: En la vida se hace indispensable madrugar, la tarde no es tan conveniente, las fuentes de agua de los parques son un lugar refrescante, luego del medio día los restaurantes suelen facilitar alimentos, y es mentira eso de que un vaso de agua no se le niega a nadie (por lo menos en esta ciudad); la incertidumbre por dónde pasar la noche genera una fátiga indescriptible.
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