Por Carlos Alvárez
La primera noche en la calle, precisé que era peligroso estar por allí solo, me uní a un grupo de gente que departía el momento frente a una fogata, tuve la fortuna de que alguien me ofreciera una copa de ron y entablara algunas palabras cálidas, traté de adivinar dónde estaba mi casa en la penumbra, no sabía que horas eran y no quise encender el teléfono para saberlo, el frío es una amenaza, también los perros callejeros, los callejones sin salida y para colmo la autoridad que según el personaje con el que hablé andan buscando chivos expiatorios para echarle la culpa de los crímenes de la noche. Creí por todo esto un parque era el mejor lugar para pasar la noche pero no conté con que era un lugar merodeado por gente extraña. así que fuí a parar a un callejón en un rincón amparado por algunas luces y en medio de unos periódicos que se humedecían con el frío viento. A las 2 AM quisé gritar, llorar, no sé, las piernas se me durmieron y era víctima de calambres que impedían cualquier movimiento y el sueño no podía surgir con tanta zozobra a mi alrededor.
Conclusión: No es una buena idea estar solo en la calle en la noche; el frío es el principal enemigo a vencer, el licor alienta en parte la incertidumbre, los cartones y periódicos no abrigan; los parques son lugares muy frecuentados inclusive por las noches.
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