sábado, 16 de marzo de 2013

PURPURA

Por Mildreth



Jamás un hombre me había puesto la mano encíma con violencia, al ver mi rostro en el espejo y ver mi rostro frío con la porción lastimada en la mitad del ojo que iba adquiriendo un color purpúra, pensé en planear la venganza, pero luego el hielo y un montón de cataplasmas con verduras hicieron que el golpe no fuera tan evidente, el resto lo hizo el maquillaje. Me duele el orgullo, la impotencia, la debilidad misma de no ir a denunciar al cobarde, una mujer me pidió el favor de no hacerlo, ella era la madre del sujeto, por respeto a ella lo dejó hoy así, pero lo comento porque luego sufres golpes más terribles y te aplacas y te acostumbras y te conviertes en mazoquista y luego te resignas y quieres asumir que la vida es así. No te resignes lo mejor es buscar ayuda, denunciar, hacer que esto deje de ser un hábito clandestino, una costumbre intíma que encierra una posible enfermedad más grave que cualquiera conocida: la conformidad.

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