Alejandra Erazo Vega
Vivir duele, al parecer morir también. Lamento muchas decisiones en mi vida, elegir no es mi fuerte y creo haberme equivocado la mayoría de las veces, testimonio de ello es las heridas que aún aparecen en mí alma y me han costado dolores y traumas que no sé si superaré. Estoy sentada en una parada de autobus, pensando en qué hacer, en qué elegir, mientras en mi cartera vibra el celular y no contesto porque sé quién es y sé lo que quiere. A veces pasa la gente y me mira y se asusta porque no me ve llorar, eso al parecer es una mala señal, porque la amargura se emposa en el interior y tiende a convertirse en odio hacía mi misma primero y luego hacia los demás. El primer parche en mí alma me lo puso un amigo en el que vacié todo el rencor conmigo misma y con otros y él se prestó para escuchar, el segundo parche me lo puso mi familia y así entre herida y decidida a quién osé acercarse a mí le advierto que soy frágil pero estoy dispuesta a la batalla porque he sido herida demasiadas veces.
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