Por Sal Maestre
Un día el abuelo miro como él ni siquiera sabía atarse las agujetas del zapato, entonces le llamó a su lado y le enseño varias técnicas para atarse los zapatos.
Años después el chico se hallaba en pleno mar tormentoso en una fragata a punto de naufragar y todo dependía de su pericia con las sogas. Ya a salvo reconoció que su abuelo por enseñarle un tipo de nudo le había también salvado la vida.
No hay conocimiento pequeño ni inservible, todo lo que aprendamos hoy mañana nos servirá.
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