Por Sal Maestre
Iba veloz y decidido, pasaba las calles casi que sin mirar, su pensamiento estaba centrado en llegar a tiempo, para quedar bien, o para permitirse el atrevimiento de ver quién más asistía. Eso de llegar de último es algo funesto porque no se sabe en dónde hay que ubicarse, no hay un buen lugar para estacionar, o de improviso ya no alcanzas. Llego demasiado pronto y las personas estaban reuniéndose, se escuchaban los murmullos y las miradas se levantaban cada que alguien bordeaba la puerta, era un paisaje triste, no entendió muy bien eso de que nadie osara verle a los ojos, tampoco que alguien extendiese un saludo, espió por encima y se entero que toda su familia estaba en las bancas de adelante, se le ocurrió sorprenderlos, más al ir hacia adelante descubrió que el féretro contenía su cuerpo inerme, estático e inerte. Se calmó.
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