Por: Labret
A nadie le gusta obedecer a nadie.
Mandar sobre otros viene siendo la tradición tanto de la religión, como de la política, hasta en el amor hay cierta predominancia. Hay en cada estructura un líder y un seguidor, la versión de los diez mandamientos apuntando a que la condición humana se diferenciará se culturalizará y tomara espacio entre el instinto animal. Hay de todas formas un predominio de voluntad, hasta un ser humano mismo se encarga de tomar decisiones y a veces no sabe elegir lo conveniente. Pero el dominante es aquel que primero se ha procurado obedecerse así mismo y luego tal don lo trata de esgrimir sobre los demás, las ordenes se cumplen, ó la desobediencia acaba con la estructura. Dominar es el sueño de muchos ya que el poder otorga razón, y derecho sobre los demás, por lo menos el poder político tiende a conceder privilegios, el poder religioso otorga tranquilidad, el poder del amor hace que dos personas crean dominarse.
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