Por: el Mariscal
A veces lo que mata es la velocidad no la altura.
En la crisis de 1929 esta modalidad fue la más utilizada, por
doquier en las grandes capitales habían edificios, puentes, antenas de
comunicación, minas, montañas. Saltaba en parejas cogidos de la mano, saltaban
en grupo, saltaban haciendo piruetas en el aire y parecían muñecos de tela que
se iban con el viento a estrellarse con el suelo. Lo trivial de esto es que
muchos que eligen esta modalidad tienen fobia a las alturas y cuando estan al
filo del precipicio suelen comenzar a dudar a solo un paso de la verdad, pero
la mayoría necesita que alguien sea testigo de su caída, la cuestión es ¿qué se
puede pensar en el trayecto? a veces es tan corto el decenso que quizá el
pensamiento solo llevé a cerrar los ojos. Los forenses han encontrado en esta
modalidad que las personas caen de cabeza y algunas toman posición defensiva
con los brazos infiriendo la posibilidad de arrepentimiento en el último
momento. Sucede que es la modalidad que más reporta sobrevivientes ya que a
veces ni siquiera se calcula la altura ó los obstáculos del trayecto, así como
condiciones como la resistencia del viento y la intervención de un factor
circunstancial que aliviane la caída.
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