jueves, 13 de junio de 2013

VERDURAS

Por Irene Valer





Estoy haciendo mercado en el supermercado de repente un niño hace rodar por el suelo una pirámide de frutas y verduras que estaban en un pedestal, la gente se alarma y la mamá del chiquillo es la más tranquila.

Estoy por dejar tirado el carrito de compras, en mi casa no hace falta nada, estoy de momento sola y mi perro tiene su ración para el mes. Mientras pienso en llenar el carrito de tantos otros artículos que no necesito a fin de dárles trabajo a los personajes que surten las vitrinas miro a mi alrededor a familias enteras escogiendo entre multitud de marcas y peleándose por el derecho sobre las cosas que creen necesitar ¡en serio!. Esta sociedad consumista va por buen camino y descartando al chico que tiro las frutas y verduras hay otro que vació media porción de helado en el piso y justo la señora del bordón va camino a caerse en medio del charco. Otro de esos niños mal educados va abriéndo las galletas y otro más va armando el berrido insurrecto porque no le compran el juguete de su predilección; mientra me detengo en la sección de degustaciones observo las tristes filas en las cajas y el dinero sonando contante y sonante, hago a un lado mi carrito estacionándolo, abandonándolo y yendo hacia la salida mientras en el alta voz se llama con urgencia a seguridad porque alguien se ha robado algo y una anciana se ha caído en el corredor de los helados, y otro chiquillo tan mocoso como el primero se quiere cargar el lugar como si fuese el dueño.

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