Un hombre vestido con traje y corbata en una noche en un bar descresta por su apariencia sin embargo el traje es alquilado y él es un pobre diablo sin embargo las mujeres se creen el cuento.
Pecamos de ingenuas e ilusas cuando el licor se sube a la cabeza, y ventilamos nuestros fervientes deseos más íntimos y caemos redonditas; tantos encuentros fortuitos amparados en mentiras y apariencias nos hacen tomar experiencia y por tanto aprendemos a distinguir caza fortunas engomados en sus pintas de señores maduros y con posibilidades, y nos burlamos de las novatas que disfrutan de su hora pagana antes ir a estrellarse de bruses contra una realidad fatal: su galán no tiene auto, el traje tiene un agujero y para colmo luego que pasa el efecto del licor el tipo es feo y aún más terrible ambos están en la misma cama y ninguno recuerda qué sucedió. Lo relato así crudamente porque a mí me pasó y sinceramente fue una alerta que tuve a buen juicio meditar y tomar en cuenta en mi vida y comprendí que todo es un proceso que se sucede para que con cordura podamos decir que somos ó estamos creciendo.
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