Por: César Vélez
La metamorfosis rara vez nos entrega desencanto.
Para ver esas criaturas que se atreven al mundo y se dan el lujo de volver.
Allí tienen a don Adalí por el que vinieron fue a responder sus nietos porque sus hijos se dedicaron al vicio y a perder de juego en juego.
A don Adalí este día lo vienen a sacar de esa casa para llevarlo a otra mejor allá en el centro y dicen que le han contratado una Enfermera y un Médico.
La gente se amontona curiosa y más puede la envidia de ver como es de bonita la silla de ruedas, como es de cómoda la bata y el calzado y como es de viejo don Adalí tanto que quizá todo lo que se haga por él sea en vano.
Pero el cúmulo de gente no es tampoco por eso, sino que el rumor es que los nietos de don Adalí van a escoger de entre la gente unas personas para la servidumbre que se encargará de atender las necesidades en el nuevo hogar del viejo, las señoritas como siempre deslumbran de maquilladas y vestidas parecen disfrazadas, pero nadie sabe a qué horas aparecerán los nietos del viejo Adalí.
Todo valio huevo cuando apenas a los dos días de llevado don Adalí pegó el brinco y se fue para el otro lado y entonces al parecer la Enfermera, el Médico y la servidumbre se quedaron sin trabajo y los nietos sin abuelo.