Por Coralín
En las manos llenas de tierra reciben su diezmo: café y pan. Se lo llevan a la boca mientras sus pancitas resuenan de lombrices y hambres. Que pesar con esta gente. Los niños tienen sus caritas sucias, los adultos tienen es el alma sucia. ¿Cuántas noches soportando frío?.
Para ellos que han soportado todo, la soledad no es nada, comparten el gusto por una riqueza en monedas, no ansían otra cosa que la semilla retoñe y se vuelva algún día fruta.
La tierra debiera ser de todos y sin embargo no tienen escrituras de nada, porque acá se respeta lo que dice en el papel, por eso los doctos andan atribulados con sus séquitos cetrinos llenos de papeles que les legalizan casados y posesivos.
Con decencia el pobre muerde el pan pues no sabe cuánto tiempo pasará hasta que haya más.
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