Por Charlie
Aventaje al juglar moderno que fingía estar quieto por horas y horas. Yo fui un payaso, un mimo, un poderoso actor de la bruma que solía decirle a una mujer por ejemplo que la amaba. Con mi arte embadurne mi pelvis de jugos placenteros femeninos que no me costaban si no el riesgo de que entre tantas mujeres compitieran por mi, jugaba al amante de adonis, hasta que de tanta experiencia me confíe y termine en brazos de una jugadora tan hábil como yo lo era y entonces chocamos y ambos volamos hacia las mieles del amor serio y formal. Uno del amor siempre sale castigado, sobre todo si su actuación no fue tan precisa ni tan creíble, amén por aquellos que no fingen y solo soportan hasta que el telón baje y luego se vuelva a alzar para el saludo final.
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