Por Sivy Espinosa
Vi al caudal del río espumoso, marchante con el poderío de su fuerza, era como si el suelo mismo se estuviese moviendo a mis pies, demasiado para tocar fondo, difícil de atravesar a nado, y en la otra rivera estaba la carretera, por tanto había que buscar un sitio para pasar al otro lado, pero el puente colgante se había caído y sin embargo una soga iba de un lado al otro, así que nos hundimos en una fila siguiendo la cuerda con la confianza en que del otro lado estaba bien anudada, la corriente era intensa en el centro y apenas emergíamos, y de repente el fondo desapareció y algunos apenas si tomaron fuerte la soga para salvar la cabeza, sucedió entonces que la soga no soporto tanta presión y fue aflojándose poco a poco en tanto el grupo iba más y más disperso y solo un milagro hizo que el primero del grupo ganara la orilla y ayudase a recoger la soga para librar a los otros -Os dije! los que no saben nadar al centro - decía orgulloso.
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